Si bien hace tiempo que no escribo una crítica sobre un disco, y en esta plataforma más aún, todavía no ha llegado el momento de retomar esa senda. Esto no es una crítica musical y no pretende serlo, probablemente sea un comentario, de un par o tres de párrafos. Hablar por hablar, vaya.
Hace unos meses, lejos de mi casa, en una conversación que tuve en una mesa de un restaurante, varias personas reconocían la necesidad de la música como «musa» para la escritura, como arte colindante y lacayo a la hora de escribir o bocetar unos versos. Otra vez tan cerca la poesía y la música. Escribir no está al alcance de unos pocos como el sistema o la sociedad (realmente vivimos en una suciedad) nos pretende hacer creer, de la misma forma que lo hace con el resto de artes. Yo escribo y no soy ni más ni menos que el panadero que hornea varios, muchos, tipos de bizcochos diferentes o que el cajero que (y ahora más que nunca) aguanta a una sarta de imbéciles que le increpan por diferentes mierdas (razonamientos ilógicos) cuando se equivoca al devolverle las vueltas a alguien que ha comprado entre 15 y 16 rollos de papel (probablemente este sujeto se equivoca más que el cajero). Todo, mirado como se debe, es arte.
Si todo, mirado como se debe, es arte… probablemente todo, desde una esfera contemplativa y sosegada, sea poesía. ¿Por qué no? No hace falta escribir algo para que sea poético. ¿No hay la misma poesía en un paisaje soleado con un pájaro que cruza el mar, que en el propio relato de ese animal versando el agua?
Sufjan Stevens, hacedor de música, y muy seguramente de muchas cosas más, es tan poeta como Federico García Lorca, es tan poeta como Ludovico Einaudi y lo es de la misma forma que lo fue Vincent Van Gogh. El primero de todos ellos, el americano procedente de Detroit, hace en un LP de 42 minutos mucha más poesía de la que se formará en un libro en todo el 2020, ya que es algo que se produce de forma natural, la síntesis del cariño que se produce entre dos personas de un núcleo familiar, y eso, sin duda, es poesía. Quizás todo sea hablar por hablar, especular, con sus posibles contradicciones, de todas formas Sufjan Stevens ya me vio venir con ese título de: «Aporia«, que por cierto, he estado escuchando mientras escribía esto.