Saber que uno está cerca de la muerte
y el cuerpo es un paisaje de batalla:
una carnicería en el cerebro.
¿Permitirías tú, amor desierto,
que en esta fiebre penitente abriese
la última puerta y la cerrase
tras de mí, sonámbulo e impasible,
o pondrías el pie
entre ella y el destino?