En el azar de la calle el azar de la muchacha rubia.
Pero no, no es ella.
La otra era en otra calle, en otra ciudad, y yo era otro.
Me doy cuenta súbitamente de la visión inmediata,
otra vez estoy en otra ciudad, en otra calle
y la otra muchacha pasa.
¡Qué gran ventaja recordar desde la intransigencia!
Ahora me da pena el no haber visto jamás a otra muchacha
y me apena al final el ni siquiera haberla mirado.
¡Qué gran ventaja traer el alma mirando hacia el revés!
Al menos se escriben versos.
Se escriben versos, se pasa por loco y luego por genio, si
acaso,
si acaso o sin acaso,
¡maravilla de las celebridades!
Iba diciendo que al menos se escriben versos…
pero esto era al respecto de una muchacha,
de una muchacha rubia,
¿pero cuál, cuál de ellas?
Hubo una que hace mucho vi en otra ciudad,
en otra callejuela,
y ésta, que vi hace mucho en otra ciudad,
en otra callejuela,
pues todos los recuerdos son el mismo,
todo lo que fue es la misma muerte,
ayer, hoy, quién sabe si mañana.
Un transeúnte me mira desde una extrañeza ocasional.
¿Haría yo versos con gestos y caretas?
Puede ser… ¿La muchachita rubia?
Al final es la misma…
Todo es lo mismo al final…
Sólo yo, de algún modo no soy el mismo, pero es lo
mismo también.
Álvaro de Campos – Azar
