Reflexión 5 – ¿Lo peor de un viaje… la propia decisión de hacerlo?

A veces con bártulos y otras sin. Normalmente con 2 o 3 maletas, según cómo de coqueto o coqueta seas… Aunque, si te mueves con tu grupo de amiguetes, de 21 años, no perderás ni un solo segundo en intentar ahorrar al máximo y cogerás, únicamente, una mochilita o equipaje de mano.

Vale, ya estás en ese transporte, en muchísimas ocasiones soporífero, véase el autobús, por ejemplo… lo siento amantes del autobús, o aquellos que me lean desde uno… De camino a tu destino, y todo lo que ocurrirá hasta el final del viaje lo podemos omitir. Será… mejor o peor, pero será: un viaje. Con personas agradables, o no, con buenos y malos momentos, vamos, lo dicho, un viajecito.

Sin embargo, todo se acaba, vuelves al tedioso transporte y camino de casa piensas en la vuelta a la rutina, en lo bien que lo has pasado (normalmente) y en lo desgraciado que te sientes por estar, otra vez, en esa casa que tienes tan vista…

Somos, sin lugar a dudas, animales negativos. La queja vive con nosotros, situada, inherente, en nuestro yo. Lo más habitual es escuchar expresiones de morriña y pesadumbre una vez terminado ese viaje que «tantas ganas tenías de hacer».

En lugar de aprovechar esa experiencia, de recordarla con alegría, nos quedamos con la parte más «triste», el volver a ese día a día, que en una sociedad, que como mínimo definiré como «curiosa», nos tiene quemados, buscando en el calendario el próximo viernes y a ver si este año, las fiestas del pueblo caen en jueves y me dan puente… Para luego: acabar, volver a la rutina y quedarnos otra vez con la tristeza de un viaje terminado.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s