He intentado comenzar esta reseña varias veces. Unas veces explicando el porqué mezclo poesía con música en mi web (como si no fuera evidente la respuesta) y otras comentando mi modus operandi a la hora de escribir las mismas, en un ejercicio de apertura personal, pero… Creo que por ahora me dedicaré a lo que llevo haciendo unos cuantos años, a criticar un disco, siendo lo más objetivo y subjetivo posible, errando en el mayor número de cosas y siendo probablemente sospechoso de compra bajo demanda. Sin embargo, seguiré dando mi opinión y espero que os sirva.
El paso de los años nos enseña que la vida es un camino difícil, en el que tendremos que tomar decisiones arduas (quizás elegir entre «Sugar Puffs» o «Frosties» (Black Mirror : Bandersnatch) pueda ser más importante de lo que parece, no haré spoilers). Sí, la vida como símil de camino es algo pesado y sopesado, pero lo que no se nos enseña, o al menos no todavía, es cómo esquivar los obstáculos o cómo no sentir tristeza tras dejar algo atrás, ya que nuestras decisiones tienen efectos irreparables (ahora mirarás todos los días qué calcetines ponerte con algo más de énfasis…). Ante esas opciones que se nos presentan día a día como: A, B o C y las decisiones que nosotros tomamos, nacen conceptos como la morriña; el sentimiento de pena o añoranza al estar lejos de algo que se quiere. Y es este punto de tristeza el que recorre, misteriosamente, el disco debut de Joe Keery o Djo, Twenty Twenty. Y sí, para no volver a remarcarlo, Keery es el actor que interpreta al querido Steve Harrington en Stranger Things.
Showtime marca el inicio del LP; quizás haga su trabajo mejor de lo que parece, mostrando en el luminoso un ejemplo de lo que acontecerá a continuación. Primera elección: seguir con Personal Lies y, por lo tanto seguir leyéndome; o, por el contrario, irte corriendo a escuchar algo de Tame Impala ya que: «son muy pareciditos».
Bueno, por lo que veo sigues por aquí. El segundo tema del disco o la primera canción propiamente dicha (repito que subestimar la melodía anterior es un absoluto error), nos antepone un ritmo muy sesentero, a la altura de absolutos genios como John Lennon y esa pequeña banda de Liverpool que hizo alguna cosilla importante, alguna. No obstante, el tema no acaba en ese ritmo sencillo, complicándose hacia la parte media de la canción, haciendo de esta un tema denso y complejo (no, denso no es algo negativo o al menos no aquí). Lately I feel like I’ve been losing my mind / I’m acting funny I keep refilling my wine, ¿recordáis lo que decía sobre la morriña? Es complejo meterse en la mente de un autor, y probablemente no me pueda alejar más de aquello que el propio Keery nos quiere hacer sentir, pero la pesadumbre de un algo escapándose ante nosotros es la consecuencia continua de una de las mejores canciones del disco, a la que acompañan, sin lugar a dudas, los tres adelantos que fue mostrando el hombre de la batuta.
Roddy, Chateau (Feel Alright) y Mortal Projections, fueron, en ese orden, los tres singles anteriores al lanzamiento del disco. Es, en el primer tema, donde todo esto de coger los bártulos y partir hacia un nuevo lugar cobra sentido, en una de las primeras líneas de hecho: One drink’s what lead to the change / Out on my own / Kicked out of the show / I’ll take what’s mine and I’ll go.
La melancolía modal en la sección vocal de canciones como Ring o la propia Showtime hacen del músico un personaje aburrido, con ganas de volver a algún lugar que le haga sentir, o canturreando por su «amada», buscándola una vez más en Mutual Future: I want you / Baby, I need you / Seems untrue but I know I do. El LP sigue una constante línea psych (si no había quedado clara con la referencia a Tame Impala), que se magnifica no en las canciones más animadas, sino en aquellas maravillas técnicas que hacen del debut de un Joe Keery en solitario, un disco a tener en cuenta, a corto, medio y largo plazo. Supongo que todos sentimos morriña en algún momento; en algunos ya sucede y en otros ya lo hará.