El filósofo alemán mostró en el año 1886 su obra Más allá del bien y del mal, de la cual hoy destacaré el aforismo número 146, que viene a decir lo siguiente: «Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti».
En un principio esto iba a ser todo, no iba a haber ninguna reflexión al respecto, ya que ya se ha malinterpretado suficiente al pobre filósofo como para sumirme yo en él, pero bueno, allá voy.
La interpretación que tomo, o que supongo que tomo, es la siguiente: Si te hallas en un ambiente oscuro, de forma constante, acabarás por convertirte en una persona oscura. Lo que es adaptable a nuestra actualidad de incontables formas. Cualquiera que podáis imaginar. Sin embargo, fue el propio Nietzsche el que estableció una actualización seguida a su propio aforismo: «A veces es imposible involucrarse sin ser arrastrado».
A veces nos preocupamos tanto por algo que acabamos sintiéndolo como personal. A veces damos tanto por algo o alguien que acabamos por hacerlo nuestro, en un doble error. Lo errático de lo posesivo y lo errático de lo reseñado por Nietzsche, llegar a ser arrastrado, hacia un inequívoco abismo. Supongo que la mayor afición de la humanidad es la de buscarse problemas.