La soledad es uno de los «cocos» que a todos, yo incluido pese a que me habré de criticar ahora mismo, nos persigue. La soledad como concepto negativo, eso sí, el único concepto con el que parece que nuestra sociedad lo comprende.
El ser humano es un ser social, es indudable, y fuera de esta afirmación todo es error. Sin embargo, el hecho de aceptar que estar solo, o no estar acompañado (sentimentalmente en la mayoría de ocasiones), es algo negativo, nos impide avanzar como personas.
Por otro lado, es curiosa la forma de pensar que encontramos acerca de este famoso sentimiento en culturas como la inglesa, que, a diferencia de nuestra lengua, tiene dos palabras con significados y significantes diferentes para esa soledad.
Mientras «solitude» habla del hecho de estar solo, aislado, como concepto de no tener alguien al lado y lo trata con absoluta normalidad. Es «loneliness» el que trata la temática triste, el: «me siento solo, quiero llorar».
Aquello que ocurre (no toméis mis palabras como verdad absoluta, ni con esa intención) es que la sociedad no te enseña a esto. Es el ser humano, sí, ese ser humano social, el que ha de aprender a vivir en soledad, el que ha de aprender a apreciar la soledad y disfrutar de esos momentos, además de no tomar como negativos sentimientos de añoranza, morriña o simples ganas de un abrazo, pero de lo de apreciar la tristeza y no rechazarla ya hablaremos otro día.